(Prensa Librerías del Sur).- El amor, el amor, el amor, el amor. Se despidió de Caracas la 20ª Feria Internacional del Libro de Venezuela 2024. Se marcha para recorrer cada estado de nuestro territorio, llevando esta fiesta literaria “llena de alegría, fantasía y color”. Ya son 20 años juntos en la memoria del pueblo, encontrándonos en un espacio para el debate, la reflexión y, sobre todo, el compartir. Sí, compartir ese impulso irrefrenable de interactuar y comunicarnos, porque todos tenemos algo que decir, bien sea una historia, un chisme, un cuento; pero hablar, ser ‘salío’, pues.

¿De qué nos hablan Casimira, Beatriz, Solciré, Solangel? Que me perdonen ellas y todas las mujeres del movimiento Cumbe Nacional Afrovenezolano. ¿Sabes cuánto han transitado estas negras? ¿Estás conciente de qué es un parto humanizado? Porque muchos no hemos tenido la oportunidad de tenerlo.

En definitiva, es importante destacar los logros de la franja negra en esta Filven, porque queremos dejar de darle valor a la palabra conquista. Hay personas que ya han tomado su barca a la otra orilla y desde allá aplauden estos logros.

Entonces, si quieren compartir, comámonos algo sabroso. Eso es la Filven en estos veinte años. “Porque veinte años no es nada, que febril la mirada”, decía nuestro comandante antes de emprender el gran desafío de ceder el paso de la manera más abrupta.

También despedimos a nuestras hermanas y hermanos de Sudáfrica con un beso en la mejilla y un abrazo. “Principalmente vinimos a compartir el conocimiento que hemos cultivado. También vinimos a tomar lo que podamos, el conocimiento que hay aquí, sobre todo en la literatura, para generar nuevas experiencias entre ambas culturas”, nos comentó Katherine Mokohena, directora de Libros y Publicaciones del Ministerio de Deportes, Artes y Cultura de Sudáfrica.

“Hemos tenido contacto, sobre todo con escritores. Pero, a nivel más elevado, a nivel de las embajadas se realizan diferentes trabajos para establecer acuerdos para el intercambio entre Sudáfrica y Venezuela”, explicó. Mientras tanto, en la Galería de Arte Nacional vivíamos una experiencia inmersiva hasta tierras sudafricanas, gracias a la realidad virtual. Y, seguro te gustaron los pingüinos, “gorditos y bonitos”, aunque quizá nunca pensaste ver un tiburón blanco.

No es que tenga el bozo de Frida Kahlo, pero qué hermosa coincidencia que el Día del Niño confabule con la clausura de la Filven. El todo siempre es más que el uno. La Feria nos trajo a nuestra hermana de Haití, Madona Louis, quien nos recitó su “Poesía Insumisa” junto a Hindú Anderi, defensora de la causa palestina en nuestro país. Gracias también a Antonio Martínez, por retratar en su voz y en su canto barloventeño “mis ojos derramaron esas imágenes queridas”.

Cómo decimos adiós si sabemos que es tan solo un hasta luego. Cómo te digo que te espero el año que viene para cotorrear sobre ese Estado malhechor que ha oprimido a nuestros pueblos. Porque cuando Haití canta “Mi patria, mi nación”, me acuerdo de aquel “Canto de Libertad”. Porque cuando “Solo recorrer los caminos con corazón”, citaría Octavio Paz a Castañeda. Porque Nuestra América es una, desde Alaska hasta la Patagonia. Porque no se ha resuelto lo de las Malvinas, así como lo de nuestro estado de la Guayana Esequiba. Porque aún continúan nuestras batallas, nuestras luchas. Así despedimos este encuentro de saberes, esta obstinada insistencia de encontrarnos para compartir una palabra, un gesto, un abrazo; para entender que más de dos mil años nos hermanan. Porque ese nuevo mundo siempre ha estado aquí, “desapercibido a tus ojos”.

Hermano, te espero el año que viene.

Prensa FILVEN