(Prensa Librerías del Sur).- El libro “Sencillamente Aquiles”, de Rafael Rodríguez Guerrero, detalla la vida del humorista, periodista y escritor venezolano de una manera jocosa, delimitando el retrato de un genial autodidacta, un mecenas pobre y un exiliado político a quien le gustaba vestirse de smoking, jugar criquet y tomar champaña.
En esta obra, perteneciente a la colección Aquiles Nazoa de Monteávila Editores Latinoamericana, los lectores y las lectoras pueden apreciar como el poeta Aquiles Nazoa tuvo una faceta de hombre extravagante, pero a la vez muy humilde y sencillo. Asimismo, ofrece información personal sobre Nazoa, como por ejemplo su manía de andar en patines por los pasillos de su casa.
En uno de los prólogos, Guerrero expresa que “nadie como Aquiles Nazoa ha logrado interpretar nuestra naturaleza, conflictos e ideales. Mediante sus escritos y programas fue dejando una huella que me ayudó a poner la vida en perspectiva. Millones de venezolanos sienten a Aquiles como parte de sí mismos”.
Por su parte, Claudio Nazoa, hijo del poeta y escritor Aquiles Nazoa, cuenta que su padre “amaba la vida, era un militante fanático de la estética y guerrillero de la ética”. En tres hojas de prólogo, su primogénito detalla con precisión y veracidad que las personas decían que Aquiles Nazoa comprendía al pueblo. «No es que lo comprendía, lo que pasa es que Aquiles Nazoa también formaba parte de él», afirma.
Además, el humorista Claudio Nazoa manifiesta que su padre “vivió, sufrió y sobrevivió a dictadores y a demócratas y que de alguna forma supo tener la fuerza suficiente para no dejarse doblegar por la brutalidad ni por la estupidez de los gobernantes de turno, aunque muchas veces tuvo que pagar con cárcel su determinación”.
Las 538 páginas de «Sencillamente Aquiles» plasman la vida de Aquiles Nazoa, destacando su obra como poeta, escritor y humorista, puesto que este libro busca resaltar el legado de este icónico periodista venezolano.
Aquiles Nazoa (Caracas, 1920 – Valencia, 1976) fue un escritor, ensayista, periodista, poeta y humorista. Ejerció diversos oficios que él mismo llegó a calificar de “muy pintorescos y curiosos”: aprendiz de carpintería, telefonista, botones, domiciliero o mandadero, guía turístico.
Su pasión por el periodismo hizo formar parte de las redacciones de Ultimas Noticias, El Morrocoy Azul, El Universal, El Nacional, Élite y Fantoches, entre otras. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Juan Vicente González (1948) y el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (1966). Entre sus obras más recordadas tenemos: Caracas, física y espiritual (1966), Venezuela Suya (1971,1974), las cosas más sencillas (1972) y Vida privada de las muñecas de trapo (1975).