Autor: Sergio Rodríguez Gelfenstein
El célebre abrazo de Santa Ana (estado Trujillo) entre el Libertador y el «pacificador» Pablo Morillo cambió la cara a la sangrienta guerra a muerte decretada en 18134 por Bolívar para responder a las atrocidades del ejército español. En efecto, tras largas discusiones, finalmente los días 25 y 26 de noviembre de 1820 los delegados de los gobiernos de España y Colombia firmaron un tratado de regularización de la guerra un «tratado verdaderamente santo», en palabras del Libertador, el cual le puso un rostro más humano a la confrontación, así como un acuerdo de armisticio que obligaba a ambos ejércitos a la suspensión de hostilidades mientras se llevaban a cabo las negociaciones.
El autor de esta obra considera dichos documentos como un antecedente del derecho internacional humanitario en el ámbito regional, e incluso mundial, encaminados a lograr que ambos contendores hicieran la guerra «como las naciones civilizadas».