Autor: Pedro Calzadilla Álvarez
Al contrario de algunos cronistas que sueñan ser historiadores, el autor de estas crónicas sin dejar de ser el historiador que todos conocemos, apuesta y ordena su fe memoriosa en un género aparentemente menor para dar cuenta de un lugar radiante al que él llama y escribe Orituco. Este viaje a la semilla tan vivo en nosotros -mucho antes de Carpentier- en las aguas de Amalivaká podría ser la urdimbre de unas palabras y el fervor de alguien que ama en demasía su origen y desea dejar en la memoria de los suyos, el relámpago del ser y los seres que alguna vez ocuparon el centro vital de su presencia en el mundo.