Autor: Edgardo Rodríguez
Resuenan de pena y de plena los tambores por la partida de Rafa. Todo vibra festivamente a pesar de la ausencia del amigo que yace inerte en la caja de madera que recorre las calles. Ya nada en las calles de Villa Palmeras volverá hacer lo mismo. El negrito parejero que, junto a un mulato, parejero también, (un tal Ismael Rivera) y un combo chévere, inyectaron un sabor que no se había visto antes, ya no va a estar más por ahí. Su despedida estará marcada por el bochinche caribeño. Edgardo Rodríguez Julia, a pesar de que su mirada de cronista se da desde cierta distancia, será capaz de despegar un arsenal discursivo que nos pondrá en el sitio de la rumba que se ha desatado por el adiós de Cortijo. Su mirada del cronista estará definida por cierta objetividad que enriquece lo que describe. Es la visión del ritual rococó que se desborda de saoco y melao. A la par de que Cortijo es llevado a su morada final, Rodríguez Julia se mete en los recovecos discursivos que incluyen lo sociológico, lo artístico, lo histórico y lo mítico.