El encuentro fortuito del narrador y una mujer en un bar de Caracas dará pie a una larga conversación que, al recuperar la vida de los otros permitirá revisar la historia venezolana desde la era de los caudillos hasta los años finales del siglo XX. De corte detectivesco, «Los últimos espectadores del acorazado Potemkin» es una novela definida como «intrahistórica»; tal como la teoría cinematográfica de Eisenstein, su trama manifiesta que el sentido depende de la forma en que yuxtaponemos los mismos fragmentos.